Despertarte un día para preparar a tu hijo para el colegio. Prepararle su desayuno. Caminar con él/ella hasta la parada del micro. Besar su frente y darle un gran abrazo de despedida. Decirle "Te quiero" y que estarás allí cuando él/ella regrese. Observar el micro alejarse con tu hijo/a saludándote con su mano. Volver a tu casa sabiendo que todo está perfectamente bien. Hasta que en un momento atiendes la llamada del teléfono y alguien te dice "Tu hijo no volverá hoy a casa... Le dispararon y falleció... Lo siento tanto." No te habrías imaginado que ese sería el último abrazo y beso que le darías. Que la única cosa que amabas, lo mejor de tu vida se marchó y que nunca más va a volver.
Recemos por los padres que un día como hoy tienen que afrontar esto y salir adelante.
Que en paz descansen todos los niños y maestros que perdieron sus vidas en Connecticut.