Descubrieron que la vida
continúa incluso cuando has de enfrentarte a un dolor que parece insoportable,
un dolor que exprime tu corazón hasta sacarle la última gota y deja su trazado
zigzagueante en el interior de tu cráneo.
Sí, la vida sigue, y el dolor empieza
a perder intensidad poco a poco, y luego empieza a desvanecerse.